La imagen corporativa (o identidad corporativa, como también se la conoce) es el conjunto de técnicas, procedimientos, materiales y medidas que se llevan a cabo para crear una imagen de marca concreta alrededor de un producto, servicio y/o empresa en particular. La configuración de una imagen corporativa es, por ende, parte indisoluble del marketing, y muy especialmente en la era actual, a partir del momento en el que las telecomunicaciones se han vuelto instantáneas y en el que las redes sociales gozan de gran uso y popularidad y que, por tanto, pueden hacer triunfar o fracasar un determinado empeño en el mundo empresarial de hoy en día.
Aunque a veces parece querer decirse lo contrario, la imagen corporativa no se reduce al diseño y presentación estética del producto o servicio de que se trate en cada caso y que se concreta en diversas señales publicitarias como pueden serlo pancartas, anuncios en televisión, panfletos y demás parafernalia de este género. La imagen corporativa va mucho más allá, ya que pretende recoger, de uno u otro modo, el sentir general de la empresa, las ideas principales que regulan y animan su funcionamiento y pautan los fines a los que aspira. Por lo tanto, una buena o acertada presentación de un producto o servicio asegura en cierta forma que la gente lo acoja de buena gana y garantiza un mínimo de ventas y de popularidad en el competitivo y altamente exigente mercado global en el que estamos situados.
Es, como decíamos, parte indiscutible de cualquier estrategia o campaña de marketing que se precie, sobre todo teniendo en cuenta la increíble influencia que poseen las redes sociales como vehículos de transmisión de experiencias y opiniones entre consumidores de todo el mundo. Está claro que si logramos presentar nuestros productos hacia el público de manera convincente y coherente con los valores fundamentales que encarna nuestra empresa, es decir, si tenemos una fuerte y bien pensada imagen corporativa, nuestro camino hacia el éxito como emprendedores estará mucho más despejado.